Tendencia: Economía Low Touch

economía Jan 22, 2021

¿Por qué “Economía Low Touch”? 

Conocida en inglés como “low touch economy”, la economía de bajo contacto es una estrategia de interacción que consiste en disminuir los puntos de interacción directa entre el consumidor y el vendedor, además de incluir mayores protocolos y medidas higiénicas.

En la actualidad ha tomado relevancia a partir del Covid-19, que impuso la necesidad de distanciamiento social.

De esta forma, las empresas y consumidores deben adaptarse a las nuevas normas comerciales y estilos de vida, porque las "bajas conexiones" también cambian su forma de trabajar y apostar por procesos remotos.

 

En este entorno económico, claramente hay ganadores y perdedores:

Por un lado, algunas compañías ha experimentado un crecimiento inesperado debido a las ventas en línea. 

Por otro lado, la nueva situación obstaculiza los sectores que se consideran seguros para invertir, como la educación y el turismo. 2020 será uno de los hitos más importantes en la historia reciente: existe una clara distinción entre antes y después de la pandemia. 

La economía de Low-touch o la economía de cero contacto incluye escenarios futuristas, como robots que entregan entregas a domicilio mientras se deslizan por las calles europeas, o una combinación de pequeños robots que supervisan a las personas para mantener distancias saludables en lugares públicos del país.

Además, se ve un fuerte impulso en los e-sports, en donde los profesionales miden sus habilidades en competencias digitales a través de internet. 

Inesperadamente, monitorear la temperatura corporal de las personas con las que interactuamos se ha convertido en una prioridad, y el sellado higiénico se ha vuelto tan importante que algunas marcas han rediseñado sus envases para garantizar que sus productos sean seguros para los consumidores. Algunos países, como Alemania, se están preparando para emitir certificados de exención para COVID-19 que los ciudadanos deben llevar al regresar a sus actividades. 

En este caso, los gobiernos, las empresas e incluso los centros religiosos más capaces de adaptarse a la nueva realidad se encuentran en aquellos países que han comenzado la transición digital y pueden llevar a cabo una interacción remota en tiempo real.

Las empresas digitales locales sin sucursales físicas siempre han sido triunfadores y plataformas indiscutibles que permiten a los consumidores satisfacer sus propias necesidades sin tener que abandonar sus hogares o conectarse con otros. 

Uno de los casos más interesantes es el de Netflix, el gigante del entretenimiento en casa que desde hace un par de años se posicionó como una amenaza para el cine tradicional. 

Ahora, se estima que en los últimos dos años, los usuarios de cine han crecido solo en un 18%, y las suscripciones a esta red han crecido en casi un 50%. Como resultado, a pesar del hecho de que la industria del cine quedó casi completamente paralizada frente a la crisis, la perspectiva del low-touch de Netflix ha aumentado.

En contraste, pocos sectores en México se han beneficiado de esta situación. Tomemos como ejemplo la industria de los restaurantes. Según los cálculos, el 95% de los restaurantes tuvieron que cerrar en el momento de COVID-19.

El impacto fue tal, que en mayo la CANIRAC (Cámara Nacional de la Industria de Restaurantes y Alimentos Condimentados) anunció que 30,000 restaurantes habían cerrado de manera definitiva al verse imposibilitados de solventar sus gastos mínimos, lo cual es un fuerte golpe para la economía de las familias que subsistían de esos negocios.

Los restaurantes que permanecieron abiertos con opción de consumo para llevar o a domicilio, vieron una caída del 85% en sus ventas. A pesar de que se ha promovido el uso de aplicaciones como Rappi, Sindelantal o Ubereats, la industria mexicana no se encuentra preparada (solo el 15% de los restaurantes cuentan con la estructura mínima necesaria para ofertar sus platillos a través de estas plataformas).

Aunque existen recursos digitales para la transición a una economía de bajo contacto, la mayoría de los países de Latinoamérica enfrentan un gran desafío: ponerse al día con la modernización digital que hemos pasado por alto.

Por lo tanto, para las pequeñas y medianas empresas, en este caso, los elementos de la economía colaborativa que permiten la integración de la cadena de valor y reducen los costos son cruciales ante este escenario. Compartir insumos y maquinaria, e incluso aprovechar el "desperdicio" de otro productor, es esencial para el éxito en la nueva economía

 

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